Sólo el sabor rubio de la cerveza,
el de las mujeres perdidas y las noches
sin fin como lejanos sueños.
Es todo cuanto deseo.
Vuestra amistad de peces y nubes,
vuestra sangre en las calles, la vida gastada
como unas monedas. Esa luz más tranquila
que desprende el mar.
Salón de embajadores. José Daniel M. Serrallé
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