miércoles, 22 de julio de 2009

El nombre de "Ivori"

Rosita, quería encontrar un nombre para esta nueva cerveza y recordó la historia que tantas veces le había explicado la abuela ...

"A principios de siglo, se construyó una fábrica de tabaco en Tarragona. Supuso todo un revuelo para la ciudad; ¡una fábrica al lado de Tarragona!

La vida sosegada de los tarraconenses se trastornó: no estaban nada acostumbrados, acostumbrados como estaban sólo a militares, funcionarios y sacerdotes. Esto de la fábrica costaba de digerir e, incluso, había muchas quejas en cuanto sonaba la sirena que marcaba los turnos de trabajo, tan diferente de los ya familiares toques de campana o de cornetín.

Para uno de los cargos de responsabilidad de la nueva fábrica, y para agradecerle los servicios prestados como militar, nombraron a Don Manuel, un hombre de pocos estudios y cultura, pero fiel a los amigos. No era el primer cargo de compromiso que tenía, pero sí que era el primero de carácter civil, y el hombre estaba más que espantado de tener que relacionarse con las autoridades políticas y sociales locales, porque él, que sabía mucho de mandar y obedecer, y que conocía bien la intendencia, la logística y las tácticas militares, era consciente de sus carencias de cultura general, de historia, de política, de relaciones sociales ... y de romanos!

No conocía a nadie de Tarragona, y le hacía falta alguien con quien conversar, con quien compartir la actualidad y ponerse al día; alguien que fuera de Tarragona, con cultura y con "letra".

El día de la inauguración de la fábrica, le presentaron a toda la gente que acudió: militares, sacerdotes, políticos locales, alguna familia ... pero a Don Manuel le convenía conocer una persona que viviera sola, educada, con clase y no demasiado joven, alguien con experiencia ... Entre los asistentes le llamó la atención una niña que corría arriba y abajo, que jugaba por los jardines; se fijó porque no era demasiado costumbre, en aquel tiempo, llevar niños a las inauguraciones. La niña se detuvo junto a un hombre de mediana edad, bien vestido, serio y con buena planta. Don Manuel tuvo un presentimiento y, decidido, se presentó. No había error, se trataba de Don Pasqual, un comerciante que había quedado viudo con una hija, Cecilia, era un hombre acomodada, de mundo, de experiencia, y de Tarragona "de toda la vida": justamente lo que buscaba!

Enseguida hicieron amistad, y quedaron para verse un día, y después, lo que pasa, otro, y otro. Todas las tardes compartían temas de cultura general, de sociedad, de política, de comercio. Don Pasqual hablaba saboreando los cigarros que le ofrecía Don Manuel, que escuchaba atento mientras aprendía como Don Pasqual iba siempre acompañado de la hija, para entretenerla, Don Manuel abrió un cajón del despacho y en
sacó un juguete envuelta con una sábana.

Las tardes pasaban plácidas para ellos dos, que si tumba que si gira, inmersos en conversaciones interminables, pero he aquí que un buen día que la niña los interrumpió para pedirñes que qué nombre tenía el juguete, Don Pasqual le dijo: «y tú, como le dirías? "Y la niña respondió: «d'ivori, muñeca d'ivori». (*)
De repente, los dos hombres se levantaron de las sillas, no lo podían creer, era una muñeca de marfil, parecía antigua, quizás romana y tenía las piernas y brazos articulados. Don Manuel se dio cuenta de que aquella niña tenía algo especial, y
explicó que un trabajador la había encontrado al excavar alrededor de la Tabacalera.

Los dos hombres mirando la muñeca y la cara de la niña no sabían qué hacer. Quizá tenían que informar a la autoridad, a la prensa, llevarla al museo ... Pero, ah la niña! que al oír que le querían tomar la muñeca, la coge con fuerza y dice que la muñeca es suya, que se llama Muñeca de Marfil y que no se irá a ninguna parte! Sabían
del carácter de la niña, tozuda, que no tenía ninguna intención de soltar esa muñeca. Y ellos, que entre ambos reunían tantos conocimientos y cultura, que habían mandado ejércitos, que dirigían una multitud de personas, que hacían negocios ... no
sabían qué hacer ante el comportamiento de Cecilia. Porque no sea que si ella se enfada, pondrían en peligro la placidez de tertulias y charlas, los cigarros, las tardes! Seguro que no podían renunciar a esto por una muñeca de juguete ... Después
de miradas intensas y situaciones complicadas, acordaron no hacer nada, que lo mejor que convenía era de dejar pasar el tiempo y que mientras la niña tuviera la muñeca, continuarían las tertulias y las charlas. De manera que la Muñeca de Marfil va
seguir haciendo compañía todas las tardes a la que debía ser la abuela de Rosita.


Unos años más tarde, supieron que se trataba de una de las muñecas articuladas más antiguas de la historia de la humanidad, la cual, ahora, se ha convertido en uno de los símbolos identificativos de Tarragona y ha sido fechada en los siglos III-IV dC.

Rosita, finalmente había encontrado el nombre para esta nueva cerveza de Tarragona: Rosita de Ivori."

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