Por Eduard Casas
Blog Coleccionismo Cervecero
La primera premisa para la creación de un monasterio era la existencia de un río o manantial de agua que suministrara de forma constante las necesidades de la comunidad. Y si esa agua era de buena calidad era la base de una buena cerveza. Los monjes elaboraban cerveza para el consumo propio. Era una fuente barata de alimento que podían consumir en cualquier época del año, incluso en cuaresma ya que la cerveza no era considerada una comida. Se decía “el pan líquido” y aportaba los nutrientes necesarios en la dieta de cada monje y gracias a su contenido alcohólico ayudaba además a pasar las largas noches de invierno en unos monasterios poco preparados para las épocas más frías.
Durante la Edad Media se vivió una constante mejora en cuanto a su elaboración, perfeccionando la receta y haciéndola más estable. Estas nuevas recetas llevaron a la mejora del aspecto, sabor y aroma de los brebajes. Una gran revolución fue la utilización del lúpulo como conservante. Fue en 1079 cuando la abadesa Hildegarde de St. Ruprechtsberg nombra en un escrito el poder antibacteriano del lúpulo y apunta que la cerveza aromatizada con este fruto se conserva mejor que la que no utiliza. Es la mención escrita más antigua de la elaboración del lúpulo en la elaboración de la cerveza.
Con el paso de los años la mayoría de monasterios dejaron de elaborar cerveza debido sobre todo a la disminución del número de monjes, cierre de monasterios o falta de personal capacitado para llevar adelante esta labor.
Las cervezas trapenses son cervezas de Abadía que siguen siendo elaboradas en un monasterio. De los 171 monasterios que en su día fabricaban cerveza solo siete lo continúan haciendo. Seis en Bélgica: Chimay, Westmalle, Orval, Rochefort, Westvleteren y Achel, y uno en Holanda, Koningshoeven. En 1997 los siete monasterios más el alemán de Mariawald (pese a que no elaboraba cerveza desde 1956) fundaron la Asociación Internacional Trapense (ITA) para proteger sus cervezas de la especulación comercial de las grandes multinacionales. Esta asociación privada ha creado un logotipo (“Authentic trappist product”) que se asigna a los productos (quesos, cerveza, vino, etc.) que respetan unos criterios de producción precisos. Para las cervezas, los criterios son los siguientes:
. La cerveza debe ser elaborada dentro de los muros de una abadía trapense, por o bajo el control de los monjes.
. La fábrica, las opciones de elaboración y las orientaciones comerciales, deben depender de la comunidad monástica.
. El objetivo económico de la fábrica debe ser dirigido hacia la asistencia y no hacia el beneficio financiero.
La orden Trapense tiene su origen en el monasterio cisterciense de La Trappe, ubicado en el pueblecito francés de Soligny-la-Trappe. Con el paso de los años se fueron abriendo más monasterios que seguían sus mismas normas, pero poco a poco estas fueron siendo más relajadas hasta que en 1665 el abad de La Trappe introdujo unas nuevas reglas en la abadía (incluyendo que únicamente se pudiera beber agua) y nació la Estricta Observación. En el siglo XIX, la cerveza comenzó a elaborarse para sufragar los gastos de mantenimiento del monasterio. La Revolución Francesa y las dos Guerras Mundiales provocaron la destrucción de muchos monasterios. De los Trapenses se sabe que había seis en Francia, seis en Bélgica, dos en Holanda, uno en Alemania, uno en Austria y posiblemente alguno más en otros países que producían sus excelentes cervezas.
(+) Gacetilla Cervecera núm. IV
miércoles, 25 de mayo de 2011
Trapenses
Etiquetas: gacetilla
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