miércoles, 6 de agosto de 2008

Lúpulo. Ciclo de cultivo

El lúpulo es un cultivo que no alcanza la plena producción hasta el tercer año de plantación, por lo que hemos preferido descomponer todo su ciclo de acuerdo a esta premisa.

I) Primer año:
Plantación: Se lleva a cabo de finales de marzo a primeros de abril. Previamente se debe preparar el terreno (al menos un pase de grada) con la antelación suficiente para que no haya posibles problemas de arraigue. El material utilizado puede ser de dos tipos:
1. Esqueje obtenido de otra planta de lúpulo.
2. Planta obtenida mediante estaquillado herbáceo (por este método la época de plantación se puede alargar hasta junio).

Conservación: Durante el resto del año solo es necesario tener una serie de cuidados mínimos que aseguran la viabilidad de las plantas, entre ellos el más importante es garantizar la humedad del suelo después de plantar.

II) Segundo año:
Poda: Coincide con la época de plantación, aunque si las condiciones climatológicas lo aconsejan se puede adelantar. El motivo de esta es retrasar la aparición de los brotes, los cuales pueden verse afectados por las bajas temperaturas (heladas) existentes en esa época.

Brotación: A finales del mes de abril.

Abonado: Suele coincidir con la época de brotación. Las necesidades genéricas de abonado se reparten, por un lado en las necesidades de fertilización mineral, que pueden ir desde los 130-150 Kg/Ha de N hasta los 225 Kg de N, dependiendo de que además se haga o no un abonado orgánico; 150-200 Kg de P2O5 y 200-250 Kg de K2O (abonado de cobertera). Las aportaciones para la fertilización orgánica se sitúan entre 25 y 40 Tn/Ha de estiércol hecho de vaca, oveja y gallina (abonado de fondo en invierno). El nitrógeno, debido a sus características se aplicará de tres veces, con una dosificación del 40% en esta primera, otro 30% a mediados de junio y el otro 30% restante a mediados de julio.

Entutorado: Generalmente durante la primera quincena del mes de mayo. Es una de las labores más importantes y que requiere un cierto grado de destreza, ya que de entre todos los brotes se deben elegir cuáles son los más adecuados para entutorar (los de desarrollo intermedio) y eliminar el resto. Normalmente se escogen seis tallos, entutorandose en dos “trepas” de tres tallos cada una.

Crecimiento: Como consecuencia del entutorado la planta incrementa su ritmo de crecimiento, alcanzando su punto máximo en a finales de junio, época en que alcanza la parte alta de la alambrada.

Generalmente, en esa misma época ya es necesario regar. Lógicamente, la cantidad de agua a utilizar dependerá del tipo de suelo en el que se cultiva y del sistema de riego utilizado, por lo que para un suelo franco o franco-arcilloso y riego a manta o por inundación se necesitará alrededor de los 5.000 m3 anuales, normalmente distribuidos en tres aplicaciones. Por el contrario si el sistema de riego es por goteo, la cantidad total disminuirá hasta el 50%.

A mediados de junio, comienza el crecimiento de las ramas laterales, que alcanza su máximo ritmo después de cesar el crecimiento apical, y que finalizará con el inicio de la floración a mediados del mes de julio. La floración tendrá una duración aproximada de diez días.

A partir de este instante y hasta el momento de la cosecha (primera decena de septiembre) se produce la maduración de las flores, consistente principalmente en el incremento del contenido de alfa ácidos y de materia seca.

Cosecha: Consiste en cortar la planta por la parte basal del tallo. Dependiendo de la variedad, la fecha varía, aunque en el caso de las superamargas suele ser a mediados de septiembre.

El rendimiento durante este segundo año varía asimismo con las diferentes variedades, aunque en el caso de las cultivadas en España oscilan normalmente entre 1.400 y 1.600 Kg/ha.

Una vez cosechadas, las flores se deterioran rápidamente por lo que el pelado se debe hacer lo antes posible después del cosechado, para lo cual se hacen pasar las plantas por unas máquinas denominadas “peladoras”, en las que por medio de un sistema de ventiladores, rodillos con “dedos” y tapices, se separan las flores del resto del material vegetal.

Secado: El objeto del secado es disminuir el contenido de humedad de las flores desde el 75 -80 % hasta 9 -11 %, con el fin de facilitar su conservación y posterior transformación. Lógicamente, para evitar posible problemas de deterioro se debe secar lo antes posible.


Los secaderos modernos utilizados en el lúpulo se basan en un sistema de bandejas perforadas, en las que una corriente de aire frío proveniente del exterior se calienta al pasar a través de un sistema generador de calor, generalmente un quemador de gasoil.

III) Tercer año:
El ciclo será idéntico al del segundo año, con la única variación del rendimiento, ya que al ser plantas en plena producción se pueden conseguir rendimientos en torno a los 2.200 Kg.


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