viernes, 8 de abril de 2011

No todo vale

La cerveza está de moda. Como consecuencia aparecen cada día nuevos productos que vienen a ampliar la oferta existente para un cada vez más confuso aficionado.
La competencia es siempre sana, útil al menos para despertar la curiosidad del consumidor. Lo que anteriormente era un hecho anecdótico, encontrar una cerveza elaborada artesanalmente o de un estilo determinado, hoy en día es afortunadamente una realidad cada vez más consolidada.
Era algo que cabía esperar, España es el cuarto productor de la Unión Europea y ocupa el décimo puesto en el ranking mundial con aproximadamente 33,8 hectolitros producidos en el 2009 según el informe del sector elaborado por Cerveceros de España. Otro dato interesante es que entre Mahou-San Miguel, Heineken y Damm controlan prácticamente el 93% del mercado nacional. ¿Qué representa en estas cifras la creciente oferta de cervezas artesanas? Sobran las palabras, el margen de crecimiento puede ser espectacular.
Al contrario de lo que puede parecer, no se trata de una competencia entre la cerveza industrial y la artesana. Estamos en un mercado en expansión en el que hay sitio de sobra para todos. Más que competir, ambos modelos comparten destino. Tienen el objetivo común de promover la cultura cervecera para de esa forma hacer que sus productos lleguen a un público más amplio y cada vez más exigente.
Pero no es oro todo lo que reluce. Bajo el paraguas de la etiqueta "cerveza artesana" se cobijan todo tipo de cerveceras y de cervezas de orígenes diversos pero también de cualidades y méritos dispares. No vamos a hablar ahora de la cerveza en sí. Unas son mejores y otras peores, no somos quienes para juzgarlo, en todo caso eso que lo elija y lo decida quién la paga. De lo que pretendemos hablar es de los cada vez más numerosos proyectos que se cubren con la manida etiqueta de "cerveza artesana". No de los resultados, si no de la manera de hacer las cosas.
Cerveceras hay muchas, por suerte para nosotros los consumidores, cada vez mas. En principio podríamos decir que todo es lo mismo, todas se dedican a elaborar cerveza, pero no nos confundamos, esto no es así. Entre la variedad de marcas existentes en la actualidad confluyen todo tipo de proyectos. Hay quien, tras años de experiencia como elaborador, se embarca en la aventura de fundar una pequeña empresa donde producir sus productos. Esta sería para nosotros la situación ideal, aunque desgraciadamente no siempre sea posible. Otra forma muy lícita de empezar es la de aquellos artesanos que no disponiendo de medios para formar una empresa propia, elaboran sus recetas alquilando las instalaciones de otros y lo indican en la etiqueta de sus productos. Una fórmula legítima y muy común en países mucho más cerveceros que el nuestro. Una tercera opción es la de aquellos empresarios que no siendo cerveceros, ven una oportunidad en este mercado en desarrollo y encargan a un cervecero, ya sea artesano o industrial, español, belga o alemán, que les haga una cerveza a medida y ponen en ella su etiqueta. Esta opción puede parecernos así mismo correcta, siempre y cuando se de en la etiqueta toda la información sobre el origen de la cerveza.
Y es que es aquí donde radica el origen del problema, en la falta de información. Cerveza es toda si, pero lo que no nos vale es la opción, cada vez más frecuente, de intentar engañar al consumidor pegando una etiqueta sobre la cerveza que ha elaborado otro, a quien después ni siquiera se dignan a citar en dicha etiqueta.
Todo es cerveza al fin y al cabo, pero no todas las formas de venderlas son correctas y somos nosotros los consumidores, los que debemos exigir la máxima transparencia en la información que nos llega mediante la etiqueta, donde debiera ser obligatorio indicar siempre el origen y el elaborador del producto.
Solo así conseguiríamos arrojar algo de luz sobre este cada vez más confuso panorama cervecero. No hay que olvidar que el merito principal es de los elaboradores con su trabajo diario, pero somos los consumidores los que tenemos la última palabra. Y… no todo vale.

(+) Gacetilla Cervecera, núm. III

2 comentarios:

Pivní Filosof dijo...

No podría estar más de acuerdo...

rinus dijo...

está bien eso que pides de mayor información en la etiqueta, pero... ¿cabría todo lo que se debe poner? o lo dejamos para otro sitio y se aprovecha este espacio para "vender". Habría que establecer una contretiqueta fija con un tamaño obligatorio donde poner lo imprescindible en datos relativos al producto, y otra libre donde floreciese la creatividad. y ya que estamos: ¿por qué no se empieza por las llamadas marcas blancas? ¡Nos llevaríamos más de una sorpresa!