Cuenta la leyenda que Bleder era una joven dragón hembra que vivía con su familia en una aldea de la Cataluña prelitoral de la edad media.
Su madre se dedicaba a sanar las heridas y empachos de los dragones.
Vivían en una gran cueva en las laderas de una montaña protegida por una exuberante vegetación y unos extraños personajes humanos apartados del resto y que se hacían llamar monjes.
En aquella época de gran sequía esta extirpe de dragones había podido sobrevivir gracias a una mutación genética que les impedía lanzar llamaradas de fuego por la boca si no era por una buena causa y se caracterizaban por poseer tres dedos en cada extremidad.
De esta manera, no representaban un peligro para los humanos y dejaron de sufrir las terribles persecuciones que tanto daño les habían causado en el pasado.
El padre trabajaba para los monjes humanos a cambio de comida para su familia, una extraña masa de cebada cocida muy rica en nutrientes a la que llamaban bagazo.
La prolongada sequía hizo que los monjes, muy respetuosos con la naturaleza, dejaran de sembrar cebada, como consecuencia, Bleder y su familia se quedaron sin comida.
Ante la terrible desgracia, la joven dragón lejos de darse por vencida, decidió investigar cómo se elaboraba esa suculenta comida que tan bien les alimentaba, y decidió traer la cebada de una zona cercana pero más septentrional donde la sequía no era tan grande.
Les pidió a los monjes que le explicaran cómo se elaboraba el bagazo y éstos le comentaron que el producto final de esa elaboración no era la masa de cereal sino un líquido exquisito para los humanos llamado cerveza.
Después de varios meses de formación Bleder comenzó a elaborar cerveza de una manera artesanal en una cueva cercana a su casa convirtiéndose sin saberlo en la primera maestra cervecera dragón y consiguió llevar a casa comida de una manera regular.
Como era una buena amante de la naturaleza decidió almacenar la cerveza en tinajas dentro de la cueva en lugar de verterla al río.
Al cabo de un tiempo, se quedó sin espacio en la cueva llenando todas y cada una de las diferentes grutas y decidió hablar con los monjes para ver si ellos podían almacenar la cerveza y así poder deshacerse de ella.
Éstos, después de probarla accedieron con mucho gusto al comprobar que era mucho más buena, exquisita, sabrosa y aromática que la que ellos producían. De esta manera consiguió que los humanos estuvieran contentos y agradecidos.
La madre, al descubrir las propiedades beneficiosas de la cerveza, comenzó a utilizarla en los diferentes ungüentos y medicinas, consiguiendo que la población de dragones aumentara considerablemente.
Bleder había conseguido que humanos y dragones convivieran en perfecta armonía durante muchos y beneficiosos años para todos.
Fortiverd, tras varios años de investigación, ha averiguado como sería el bagazo más energético y sabroso para un dragón, consiguiendo reproducir la forma artesanal de elaborar la cerveza en la cueva, y en su honor ha bautizado a su nueva cerveza artesanal hecha según las normas de la joven dragón, Bleder.
martes, 8 de diciembre de 2009
La leyenda de Bleder
Etiquetas: historia
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2 comentarios:
Y la pregunta es... ¿era necesario inventarse esta tontería para hacer cerveza?
Como ya he dicho en alguna ocasión, la literatura no está reñida con la cerveza.
Un poco de culturilla siempre viene bien.
Salud, Andrés.
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